Un ejército de invasión y de ocupación, no tiene enemigos a la vista, ni un ejército enemigo formal al que se le enfrenta. Todo lo que se mueve, un gatito famélico que camina con una pata colgando y renqueando, una cosa que está entre papeles, unos viejos en sus harapos que caminan cansinos, unos niños corretones, unas sombras como chinescas en los altos de los inmuebles y las mezquitas, unos ojos que miran al invasor, como en un espectáculo extraterrestre, todo, absolutamente todo es susceptible de ser el enemigo. Por eso las miras de los fusiles amplifican la mirada, se mueven siguiendo los móviles a donde apuntan.
El papel de la mirada es muy importante. Unos miran con miedo, con angustia, ante el desconocido, con recelo. Otros miran como máquinas que registran el menor movimiento, con sospecha, con complejo. de culpa. Los dedos se tensionan en el gatillo a la espera del momento en que se dispara. Se está allí en esa “tierra hostil” no tanto por lo desértica, por lo calurosa, por la pobreza y el hambre, sino porque se llego allí sin haberlo pedido o solicitado. Por qué se inventó una gran mentira para justificar la invasión y controlar el objetivo: el petróleo, sin el cual las transnacionales en occidente no podrían producir
Pero no importa la gran mentira, se está allí y punto. Como se estuvo ayer en Centroamérica y como se estuvo en Vietnam y allí donde la “santa democracia”, ese injerto de política y religión, donde los buenos,- los “judeo-cristianos”- vaya envilecimiento de la religión o mejor la religión como legitimación o sacralización de la política -, son los propietarios de las grandes transnacionales que dominan el mundo y las comunicaciones, comprendido el cine. Son igualmente los propietarios de la “verdadera” democracia y por tanto portadores de la verdad y esa verdad es la que se impone a sangre y fuego. Con la mejor tecnología, que a la hora de nona puede no servir y dañarse como aquella escena donde las balas del fusil se entraban…con la sangre derramada. Como una metáfora, la sangre coagula las balas.
Por eso es falso considerar que la película es apolítica, y que supuestamente es uno de sus “logros”, para leerla solo como una película de acción y suspenso. Pero para hacer eso hay que descontextualizarla, quitarle contenido histórico y político, que es la trama de fondo en que se cuelga la película. Pero eso e s imposible porque las referencias son claras y explicita: se trata de la guerra de Irak y en las calles de Bagdad. Nada mejor que el agradecimiento que Kathryn Bigelow, dio al recibir el Oscar y “dedicarla a los boys que están en Irak y Afganistán. Queremos darle coraje, ya que sabemos lo que están haciendo por nosotros”. No solo esa declaración explícita sino además la referencia, el escenario, son concretos: se trata no de una guerra ficticia como en Avatar –sobre la cual hablaremos en otro escrito-, sino de una guerra real y concreta y que peor aún no ha terminado, sino que parece ampliarse hacia Irán y América Latina tomando a Colombia como “cabeza de turco”
Justo en este momento en que un periodista Paul Craig Roberts en Global Research escribe un ensayo: El camino al Apocalipsis donde analiza lo que el llama: La demencial ofensiva por la hegemonía de EE.UU. que amenaza la vida en la tierra o de otra parte las confesiones del inspirador de la storturas en el gobierno de Bush quien declaro ante una entrevista de la BBC de Londres:"Estoy orgulloso de haber usado técnicas que rompían la voluntad de esos terroristas". Y señala que prácticas como el 'waterboarding' (conocido como 'submarino', y que consiste en hundir la cabeza del sospechoso en agua para hacerle creer que se ahogará) no debería ser calificado de tortura.
Dirección y tecnología al servicio de la emoción y la guerra como “divertimento”
El equipo, desde la directora, hasta el guionista, la escenografía y el sonido saben su oficio, mejor la mecánica de la manipulación de las grandes masas. Por eso les dieron los Oskares. Porque se trata de eso: no que la película establezca elementos de juicio para que el grueso público pueda pensar por medio de un distanciamiento de la acción, sino que lo que se busca desde el comienzo es que el grueso público entre en el juego y se deje manipular en sus afectos. La llamada producción de adrenalina, la del género de “acción”, de “emoción” de “suspens”…. Curioso que muchos críticos la califican en el género del suspenso y la acción y así la desplazan de su verdadero escenario como es la guerra. Porque siendo así, esta película nada tiene que ver con esas películas que desde “Apocalipsis now”, “Nacidos para matar” hasta el mismo “Platoon”, inclusive la misma Avatar, si bien no abandonan el punto de vista de Hollywood, al menos permite establecer elementos de análisis sobre la guerra.
Si bien hay acción, lo bueno es saber qué tipo de acción es la que agencia el film. Es una película de acción, cuya emoción y demás empieza desde el primer bombazo, Lo valientes muchachos, como dice la jovencita sentada en mi butaca a mi lado con su novio: “unos papitos”. Pero sí, claro, esos boys son bellos, como salidos de un desfile de modas. Se trata de establecer un vínculo fuerte entre esos jóvenes y el espectador y por eso la imagen de los héroes tiene que ser límpida. Y claro está el negro también. Integrado o asimilado al ejército. Y el trío perfecto: El bueno, el miedoso y el valiente o mejor para decirlo más fuerte en el argot, “el verraco”, el que no te teme a la muerte. Y así la trilogía establecida , permite jugar con los caracteres del miedo-so, del valiente, del “centrado o normal” creando un juego de personalidades en una sola trama y que nos llevan al suspenso, al drama, a la emoción que permite que para calmar a mis vecinos de butaca, ingieran grandes cantidades de maíz, al ritmo de la emoción y, comiendo ”palomitas” en enormes cantidades que saltan al piso, como las cápsula de las balas en la película.
Nada mejor que decodificar la película, para encontrar el meollo de la misma.
Resumiendo la película la podemos ver en los elementos de la acción que se desarrollan en los bombazos. En el primer, que es el que marca la pauta y establece el tono general estableciendo vínculos fuertes con los espectadores, que van quedando atrapados en el film. La película esta magistralmente desarrollada desde adentro de los personajes: sus respiraciones se sienten, como el agitar de sus pulsos, el susurrar de sus frases, combinados con el sonido ambiente que nos lleva a ver todo desde los personajes mismos especialmente en los momentos de gran emoción como son los bombazos.
Primer bombazo: los tres héroes llegan a una calle polvorienta, sucia, rodeada de casas viejas o destruidas y las gentes – niños, viejos y viejas, jóvenes- que en sus ropajes y rostros duros, como expectantes, miran con atención al ejército de ocupación, en su parafernalia extraterrestre. Un carrito-¿el mismo con que se recogieron piedra en la Luna y Marte?- sale hacia un objetivo sospechoso: un montón de papeles. El carrito con La cámara visora, llega allí y registra una bomba. El especialista dictamina la acción y dan órdenes al carrito de volver a donde están los Mariners. Solo que en el regreso pierde una de sus ruedas y queda a mitad de camino. El super-carro queda convertido en una especie de carretilla y la gran tecnología se desbarata en el choque del móvil con una piedrita!
El hombre antiminas, entre chistes malos, barras de chocolates y chewing gum -decide ponerse el caparazón e ir allí a desactivar la bomba. Y empieza la acción desde adentro: sentimos - el sonido magistral- las molestias del traje, el calor, la mirada desde el caparazón hacia las ventanas y partes altas de las casas. Los mariners vigías instalados a lo lejos registran en sus telescopios del rifle, todas esas cabezas que se asoman para ver “el espectáculo”. Un árabe joven se acerca y pregunta de que parte de Estados Unidos son. La tensión aumenta, los gatillos se aprestan…el antiminas logra coger el carrito y se vuelve lenta y penosamente con él. Respiración más fuerte, el sudor cae por su frente, unas ventanas abiertas mecen sus viejas cortinas como si hubiera alguien detrás de ellas. De pronto un viejito árabe coge un celular, un mariner lo ve, grita que no lo encienda, sube la adrenalina, a mi lado engullen a manotadas palomitas, solo que como el antibombas tiene calor en su escalafandra, los vecinos toman gaseosas Coca y Pepsi, en litros enteros con perros calientes. Aquí se come y bebe, allí en la pantalla se tensiona la acción al punto máximo y… boooom, en una foto magistral, -dicen los especialistas- el cuerpo sale por los aires entre polvo y guijarros y solo queda el silencio de la muerte.
Los otros bombazos.
Ha quedado la tristeza de aquel antiminas muerto. En ese dolor o pena que todos sentimos ante la muerte de alguien, así sea ficticio y en el cine, el sentimiento de pesar lo cubre su reemplazante. Pero esta vez, quien lo reemplaza, en nuestro inconsciente, no puede ser como el otro o dejarse morir así. Queremos la revancha. Y llega el soldado duro, como un cowboy. Un super-profesional. La película en su comienzo en frase deentrada dice que hay algo en “la guerra como una adicción, como una droga”. Y muchos críticos han creído que la frase hace alusión al nuevo antiminas solamente, cuando en verdad es quizá todo ese ejército de invasión, que se riega por todo el mundo para imponer su ley, como siempre lo ha hecho.
En la lógica de la personalidad del antiminas-cowboy, este empieza rompiendo las relaciones de mando y de autoridad. Es él quien tiene el poder de la tecnología en sus manos, es él de quien depende el equipo, es él quien primero se expone, ya que si él falla, todos se mueren y además, se presenta un sesgo dudoso de que es un adicto al peligro y a la guerra, cuando es algo más que una simple adicción personal. En las otras acciones, el personaje rompe las órdenes de mando que se le dan y la disciplina de grupo, para ser al final “perdonado” en nuestro inconsciente por ser un valiente – un “duro de matar”-y porque en últimas todo le sale bien y porque no queremos la muerte de ninguno de ellos. Pero sí llega la muerte pero de los otros: un niño bomba, y un anciano bomba. Como son los otros, los diferentes, los que no tienen nuestra misma religión, ni rasgos y costumbres iguale a nosotros, no es más fácil verlos morir. O en esa escena de gran tensión, donde el sofisticado grupo de mariners, en pleno desierto, solos, con sus poderosas armas se enfrentan a tres o cuatro fedayines, quiénes encerrados en una vetusta casa, les disparan y los ponen en jaque. “Después de sufrir una muerte a manos de ellos, se instala la revancha y se oyen las consabidas frases “vamos por ellos”, ”vamos por esos bastardos”, “acabemos esto rápido para irnos a casa”, las mismas frases que se oyen en Avatar por otro ejericot invasor solo que con resultados diferentes.
Salgo de la película, después de ver la enorme cantidad de papeles, palomitas, envases, en el suelo y en las sillas. La parejita a mi lado salen contentos: “Que bacana” dice él, y ella reafirma “sí muy emocionante”. Una vieja vestida de negro estira su mano en el frío de la noche para pedir una moneda. Unos niños harapientos y sucios, cantan una canción pidiendo dinero. Al llegar a la calle 7 o calle real de Bogotá, siento que no he salido de la película, un deja vu me atrapa: veo cantidades de jóvenes y menos jóvenes vendiendo revistas viejas, libros viejos y maltratados, aretes, fantasías, camisetas estampadas con figuras de Rock, metálica y demás.
En ese escenario, me acuerdo que todo está listo con la llegada de 7 bases militares en Colombia y la película me hace pensar con un gran escalofrío, que puede ser una premonición
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