LA OBRA DE BERGMAN, UN ESPEJO DE NUESTROS TIEMPOS.
con amor y sabiduría.
PREÁMBULO.
“El filósofo se relaciona con la realidad de la existencia de la misma manera que el ser humano sensible al arte se comporta con la realidad de los sueños; la contempla a conciencia y a gusto; pues desde esas imágenes él se interpreta la vida, en esos sucesos se ejercita para la vida. No son sólo precisamente las imágenes agradables y amistosas las que experimenta en sí mismo con comprensión total: también lo serio, turbio, triste y tenebroso, los impedimentos repentinos, las bromas al azar, las esperas llenas de desasosiego, en una palabra, toda la divina comedia de la vida, con su Infierno, desfila ante él, no sólo como un juego de sombras -puesto que en esas escenas él también vive y comparte los sufrimientos-, y sin embargo, tampoco sin aquella sensación fugaz de apariencia; y tal vez recuerden varios, como yo, que a veces, en los peligros y terrores de los sueño, se han gritado, animándose a sí mismo, y con éxito: ¡Es un sueño! ¡Quiero seguir soñándolo! -F. Nietzsche
“Según lo creo, la sola contribución que el artista puede aportar a un debate, es su obra: Me parece indecente mezclarme en la discusión e introducir indicaciones, correcciones o excusas”
(Igmar Bergman: “Chaque film es mon dernier film” en Oeuvres T.I Ed R Laffont Paris.)
La Vida de Bergman, larga y prolija estaba ligada al cine y al teatro. Era un artista pleno, es decir un creador. Elaboró un discurso coherente y profundo sobre la sociedad occidental moderna a partir de sus personajes. Su obra estaba íntimamente ligada a su vida personal. Por esa razón, se puede decir que su existencia es fuente de su inspiración y se vuelve un libro abierto donde va dejando escrito, en desgarradores jalones los momentos y evolución de su ser, tomando como base una mirada profunda, fría y analítica de la vida enfocada como tragedia, como pathos. Esa mirada analítica tiene una raíz judeo-cristiana, que se va transformando con el tiempo hacia una mirada donde se plantea el silencio causado por la muerte de Dios, con todas sus consecuencias. Entre esos dos extremos es que yo sitúo la obra de Bergman, como explicaremos.
Mirada humilde frente a esta gran obra y que no pretende impedir que otros análisis sean posibles. Al contrario de lo que escribe un crítico lúcido quien hace un reseña de toda la obra de Bergman, yo no creo que sobre Bergman este todo dicho y que no hay nada que agregar. Al contrario creo que es una obra multifacética, plural, difícil de agotar.
La estética de Bergman está muy ligada a su ética cristiana, a su visión del mundo y -apoyado en la técnica- , establece cambios en el ángulo de la mirada tanto de sus personajes como de los dramas en que los envuelve. Bien sea desde “afuera”, desde el contexto religioso y moral - “El manantial de la doncella”, “El séptimo Sello”- o desde adentro desde la psiquis de los personajes - “Persona”, “Gritos y Susurros”, o desde lo socio-cultural, y las clases sociales- “Sonata de otoño”, como desde la psicología y la política- “El huevo de la serpiente”-. Pero hay que aclarar que si bien se puede entender desde un enfoque privilegiado, no por ello sus obras dejan de ser integrales, coherentes y obsesivas. Es decir que no son estudios de religión, de clases sociales o de psicología, sino enfoques a seres humanos, hombres y mujeres específicos, enmarcados en sus contextos.
De alguna manera encontramos desde el comienzo hasta el final los mismos problemas y los mismos estados emocionales, morales, psicológicos o culturales: como dijimos, el drama de la vida esta enmarcada en un registro judeo-cristiano occidental y en la medida que logra ir mas allá de él mismo y sus personajes podemos ser nosotros mismos, pero cuestionados. En esa medida logra una integridad en su discurso y es el discurso es el de nuestra época, como testimonio y como “espejo”. La mayoría de las veces estamos reflejados en Bergman. Toda la obra de Bergman cinematográficamente quedará como un registro muy bien logrado- a pesar de sus altibajos- de la cultura occidental moderna. La noción de archivo de Foucault las encontramos en la obra de Bergman: las película de Bergman son un archivo de nuestro tiempo y de las vicisitudes de la cultura burguesa que predomina en ella. Casi me atrevo a decir que es la ilustración nietzscheana del nihilismo que envuelve a esta cultura, como resultado de la desacralización y de la pérdida de sentido de los grandes discursos metafísicos.
Es un humanismo judeo-cristiano que con el paso del tiempo se va transformando en una mirada más fría y tortuosa, con visos psicológicos y aun psicoanalíticos, cuando lleva la trama a los meandros mas profundos de los seres confrontados. En Bergman no hay concesiones y eso se lo agradecemos. No hay artilugios para agradar al espectador. Por eso a veces no se le comprende o se le rechaza o se le fracciona. Algunos críticos creen tomar un aire de distancia con la obra calificando unas de buenas y otras de malas. No pueden entender la obra como el proceso de un discurso, donde todo se relaciona y tiene sentido. Claro que hay películas mejor logradas que otras. Claro que hay películas débiles y menos fuertes. Pero la verdad es que aún en las más “malas”, así calificadas por algunos comentaristas (“Sueños”, “El ojo del diablo”)- quizá por lo pesadas y densas y a veces confrontadoras- ver “Secretos de un matrimonio”- sin embargo en todas ellas hay un desafío para el espectador, porque no busca agradar, sino seguir su propio dictamen. Bergman analiza y expone dentro de un estilo muy personal, que lo identifica de la primera a la última obra. Por eso es un cine de autor en el sentido fuerte. A Bergman lo que le importa es sostener y desarrollar su discurso. De ahí que a veces resulta chocante, retador, burlesco, pareciera que dijera como Nietzsche, “el que me quiera entender que me siga”.
Lo que quiero sostener es que en Bergman hay un núcleo permanente, que es la base de sus dramas, que a la vez son dramas muy humanos, a la manera de las tragedias griegas como él mismo lo señalara varias veces y como lo practicaba en el teatro. Ahora bien si ese núcleo existe, sin embargo la manera como lo re-presenta parte de una fondo cristiano que se moderniza con la psicología profunda, pero no cambia.
Bergman es un gran pensador, no me equivoco si afirmo que es un filósofo burgués, con una gran cultura. Sus primeras obras, el Manantial de la Doncella y sobretodo el Séptimo Sello pareciera que fueran ilustraciones de Kierkegaard y del mismo Platón. En el Séptimo Sello hay una escena bellísima que aparece en la penumbra y pareciera ilustrar el mito de la caverna, cuando la cámara hace un paneo sobre una pared y se ven las sombras de los caminantes ascendiendo hacia la luz.
El Complejo de Culpa y el judeo cristianismo.
El núcleo central del drama bergmaniano esta en el problema de la falta entendida como culpa. La culpa esta aprisionada desde el comienzo hasta el final en un complejo: Es el complejo de culpa judeo-cristiano que Bergman analiza con una inteligencia profunda.
¿Cuáles son las constantes de la obra de Bergman? El núcleo central de Bergman, decantada toda su obra da lugar a un bello Tratado de emociones, sentimientos y acciones y reacciones, enmarañados en un tejido humano que siendo constante en sus elementos- las parejas de Amor/Odio, Pasión/Dolor, Traición/Lealtad, Miedo/Angustia, etc. - como en un calidoscopio, las mismas formas cambian y permutan sus sentidos. Ese núcleo se encuentra el drama de los seres humanos que se comunican bien sea buscando el afecto - el amor- , como re-conocimiento, bien sea la pasión que desata el odio, que, al no ser superado especialmente en las rupturas, dan lugar al resentimiento.
Es el juego del Deseo que se bifurca en miles de cabezas y tiende a ahogar a los seres en las dificultades, obstáculos y trabas que la sociedad, el lenguaje y nosotros mismos ponemos para su realización. De allí el drama hace que detrás de un gran amor nace un gran odio, que un afecto que creemos que existe porque esta en el lenguaje, en la vida profunda ese afecto no existe o si existe lo entendemos diferentemente uno y otros dificultando la comunicación. Muchas veces usamos un lenguaje que nos traiciona porque esta desvirtuado o esta descontextualizado o no corresponde a la realidad y mas si el lenguaje esta inscrito en una perspectiva de Género. Es innegable que a ese nivel, la tensión fundamental -Mujer/Hombre- siempre existirá, en la medida que no somos lo mismo y, entendernos desde las diferencias está ligado al “secreto” que guardan las mujeres o a la “transparencia” que según Saramago, tenemos lo hombres.
Retomando del lenguaje común la culpa como complejo, podemos establecer en su primer momento las parejas de Amor/ Odio en un contexto religioso que nos lleva a Dios-Padre versus Vida-Muerte. El concepto cristiano de la Culpa funciona como vector de fuerza del Deseo, para entender la tragedia de la vida a la manera de Kierkegaard. Los hombres nacimos culpables y estamos signados por ese complejo que desde el nacimiento nos señala como pecadores. Es el pecado original que debemos purgar dentro de toda nuestra existencia y que lo determina cuando llegado a la edad de la razón lo acepta o lo rechaza. Aceptar o rechazar la culpa bajo la forma de pecado original, es un acto trágico, que lleva al desespero- Kierkegaard- como “enfermedad mortal” Esta problemática la encontramos en las primeras obras de Bergman y por ello se le calificó como religioso y fue en su momento objeto de controversias entre intelectuales cristianos y aún teólogos.
Sin embargo el periplo bermaniano no iría a quedar encerrado en ese enfoque inicial si no que a la mano de la filosofía y de la psicología sus personajes, van transformándose en “rostros” diferentes y emociones cada vez mas racionalizadas y explicitas.
Es como si frente a los cambios de la cultura y aun del planeta, véase “Los Comulgantes” y “Vergüenza”, a su tragedia existencial se suma el horror que producen las guerras, la amenaza nuclear, las dictaduras militares y el fascismo como en “El Huevo de la serpiente” ( la he visto 5 veces!!)- elementos que vuelven mas compleja la angustia existencial y que llevan a sus personajes a desenvolverse en un drama más intenso y profundos porque en ellos esta la marca permanente de la muerte de Dios y la desacralización del mundo.
Este proceso es la del individualismo burgués, el vacío creciente de su cultura - el pintor de "La Vergüenza", que no sabe por que hace una obra o que sentido darle, aislado en su isla. El cura que ante la muerte de su esposa, no cree en Dios, acepta el amor impío de la maestra neurótica y sin embargo realiza la misa ante la ausencia de fieles y el silencio y vacío de la iglesia.
Es enorme la cantidad de símbolos que trabaja Bergman en caca película y por ello creemos que es una obra polisémica, inagotable sus sentidos-.
Grandeza y decadencia de la cultura Burguesa.
“Dentro del binomio Eros - Pathos , se entiende como la bipolaridad permanente de Amor - Muerte, del ciclo genésico que enlaza con el sufrimiento del amor, o con el amor sufriente:
El juego del amor es un sistema bastante complejo en que están presentes estrategias como el engaño, la traición, los celos. Son dimensiones que ocultan una fuerza muy precisa pero elusiva: el odio. . El ejercicio clínico enseña que allí donde existe un sentimiento, también toma vida y conciencia su contrario. Los opuestos, que con su interacción laceran al individuo, constituyen la dinámica secreta de la vida. El amor reclama, exige incluso, la copresencia del odio. Esta terrible dualidad fue sintetizada por La Rochefoucauld (1665) en una de sus máximas: "El amor, si se le juzga por la mayoría de sus efectos, se asemeja más al odio que a la amistad”.
(.Aldo Carotenuto:” Eros y Phatos, Matices del sufrimiento en el amor”. Editorial Cuatro Vientos.)
El salto de la Fe a la Razón, es lo que marca ese desgarramiento del alma o cultura burguesa y es la gran mutación que realiza Bergman al final de su gran obra. En sus primeras obras el drama de la vida y la angustia que ella conlleva al desespero está subsumida en la Fe. En el Séptimo Sello, el Caballero antes de ser llevado por la muerte se tapa la cara y exclama en una plegaria que es un grito: “Oh Dios ten misericordia de los hombres, porque vivimos angustiados”
En su última etapa, Bergman se encierra en su mismo a través de su personajes en una autorreflexión que dura más de cinco horas, a través de “Secretos de una pareja” en un verdadero “coup de force” magistral. Para llegar allí, había iniciado un ciclo de carácter psicológico duro, tenso. Es el ciclo psico-social: "Persona", "Gritos y Susurros", "El Silencio" A la angustia de Kiekegaard que produce el “temor y temblor” metafísico, la angustia de Bergman se permuta en “gritos y susurros” propios de las almas encerradas en sus neurosis. Es el alma burguesa desnudada ante sí misma. La Razón burguesa subsume los juegos del deseo a través de la visualización verbal de las emociones encontradas que marcan los cuerpos. Es en la razón a través del cuerpo y - especialmente de los rostros, cuya alma esta en lo ojos-, que se juega todo. Es una lenta caída al abismo, al vacío en un sube y baja de pasiones encontradas. Es el comienzo del fin de la cultura burguesa y el fin de los grandes relatos metafísicos porque en el horizonte Dios ya no está sino su cadáver. Y cuando la vida burguesa falla porque ha perdido su sentido y grandeza y queda el Otro: ese otro que no solamente juega por contraste: Caballero/Escudero, Señor/ Sirviente, Amas/ Mucama. Es el vulgo, es el abajo, la natura: el escudero que no teme a la muerte y protesta, la sirvienta en Fanny y Alexander que le ha dado vida tanto a la familia, como al abuelo siendo su eterna amante, en un secreto a voces. Pero especialmente aquella mucana en "Gritos y Susurros", quien en una escena magistral se desnuda y con su cuerpo y entre sus pechos da vitalidad a la enferma. En la cultura burguesa los cuerpos no se tocan. La mucama es la única que puede romper esa norma.Pero también están los artistas y el arte, los únicos que escapan a la muerte en el Séptimo Sello y que se vuelven testigos de los tiempos, por que son los creadores y, al contrario de Platón, los únicos que pueden merecer la vida
Una reflexión de Nietzsche nos sirve para globalizar la Obra de Bergman:
“Se adivina el lugar en que con estas preguntas quedaba colocado el gran signo de interrogación acerca del valor de la existencia. ¿Es el pesimismo, necesariamente, signo de declive, de ruina, de fracaso, de instintos fatigados y debilitados? - ¿como lo fue entre los indios, como lo es, según todas las apariencias, entre nosotros los hombres y europeos «modernos»? ¿Existe un pesimismo de la fortaleza? ¿Una predilección intelectual por las cosas duras, horrendas, malvadas, problemáticas de la existencia, predilección nacida de un bienestar, de una salud desbordante, de una plenitud de la existencia? ¿Se da tal vez un sufrimiento causado por esa misma sobreplenitud? ¿Una tentadora valentía de la más aguda de las miradas, valentía que anhela lo terrible, por considerarlo el enemigo, el digno enemigo en el que poder poner a prueba su fuerza?, ¿en el que ella quiere aprender qué es «el sentir miedo… Y por otro lado: aquello de que murió la tragedia, el socratismo de la moral, la dialéctica, la suficiencia y la jovialidad del hombre teórico. ¿Cómo?, ¿no podría ser justo ese socratismo un signo de declive, de fatiga, de enfermedad, de unos instintos que se disuelven de modo anárquico?
(Nietzsche : El sentido de la tragedia)
Ha muerto un gran maestro del cine. Es irrelevante pensar si es el más grande o no del cine. Es importante pensar nuestro tiempo a través de su obra que se abre en mil espejos y desde fronteras diferentes nos señala multiplicidad de caminos. Gloria eterna a Bergman.
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