¿Quién le teme a Frida Khalo?: una polémica abierta.
La pregunta inicial sobre el temor a Frida, el “quién”se invierte por ésta, que tiene mayor significación:¿ “Por qué” se le teme a Frida?. Que es lo que Frida nos dice que no oímos u oímos mal, qué nos dice que nos escuchamos, qué nos muestra que no vemos?
Frida Kahlo, parece volverse un ícono tanto por los que sobrevaloran, como aquellos que la niegan y la subestiman. En esos dos gestos, de los cuáles el primero ha sido aquí el predominante, la cuota de la artista se eleva y en la discusión del ícono se puede llegar a todo: criticar sus bigotes, molestarse por las cejas, que usa pollerines o faldones que nadie usa, (sic)…pero nada sobre la obra y sus valores. Peor aún, como no se entiende o no se quiere entender, no se discute. Del mutismo en la respuesta - “el no quiero saber de eso” (Lacan)- saltamos a la provocación gregaria…”todos a una contra el invasor”. La máscara del sarcasmo esconde la incapacidad de respuesta racional. Definitivamente Frida es un espejo que el machismo, el eurocentrismo, no soporta. En ese juego entre el odio y la pasión se mueve un espacio de valores, dignos para que un psicoanalista los analice y pueda determinar, como decía Nietzsche el nihilismo en la cultura. “O tempora o mores.”
Lo que resalta en esta discusión no es solamente la imposibilidad de entender a Frida desde estos parámetros, sino especialmente, que una obra contemporánea como la de Frida no se puede analizar desde parámetros clásicos, o la “modernidad clásica”.
La obra de Frida es plural, sus sentidos múltiples, como diversos sus territorios, todo ello hace que quien no esté alerta caiga en su contradicciones y en su trampas y sin poder salir de sus laberintos, sus contradictores quedan allí atrapados sin poder entenderla ya que solo ven el hilo que los atrapa y no el tejido en que están envueltos. Pero esa pluralidad sin embargo tiene un hilo conductor, que nos permite hablar de la unidad en la complejidad. Alguien aquí, planteó sin poderlo desarrollar, el cuestión de la vida como obra de arte. Y si hay alguien que nos puede ayudar a entender en que consiste eso, nadie mejor que Frida. Todos los caminos o mejor laberintos en la obra de Frida nos conducen a ella como ser vital: como mujer, como amante, política, mejicana, comunista, bisexual, apasionada, romántica, erótica, enferma, resucitada, ferviente-creyente, impulsadora de múltiples causas. Todo ello y cada aspecto tiene un eje, que se llama Frida Kahlo y cuya persona polivalente, no se puede entender sino desde la pluralidad de las acciones en las que se desenvolvió su vida y los unió en un Haz superior como fue la Estética. La vida de Frida es coherente e integral. Ya que si nos damos cuenta que la Estética y el Arte son el espacio superior en que se subsumen - o se subliman- todos los hilos y tramas de su vida. La unidad de la pluralidad la encontramos en su visión de la Vida Unida al arte, como un proceso contradictorio, desgarrador en el cual se inscribe el pathos, y la mirada trágica de su vida y de la vida de los otros. Nada hay fuera del arte y toda su vida es la de un artista. Hay dos ejes para entender a Frida como Obra, como vida artística o como Ser estético. Uno es el de su lenguaje propio y el otro el del Sujeto en tanto que Persona concreta que habla y expone y nos cuestiona desde su cuerpo. Es el Sujeto-Cuerpo contemporáneo que se abre desde Nietzsche hasta los posmodernos con Foucault, Deleuze, Gattari en clave con el psicoanálisis lacaniano. Y para rematar su planteamiento esta allí el problema de la identidad mejicana y latinoamericana, que busca en sus raíces la afirmación de un ser que quiere ser olvidado a través del desconocimiento, instrumentos del desprecio al Otro por ser diferente.
Frida construye un lenguaje propio, en procesos diferentes, con sus elementos característicos que se le pueden clasificar, a la manera de Foucault el archivista, en el orden iconográfico, como semiológico, antropológico, psicoanalítico, filosófico y siempre estético. Signos y símbolos, que aparecen aquí y allá cambiando- permutando- su sentido de acuerdo al lenguaje que lo estructura y a la idea, consciente o inconsciente, que lo organiza y clasifica. Lenguaje abierto polifónico, como sinfónico. Allí en ese universo abigarrado la escritura no se reduce a la sola pintura, sino que se realiza en la persona con sus máscaras, ropajes, sino también en la grafía de los textos. Poemas, cartas, pancartas, textos ocasionales, que van como cartas de amor a su idolatrado Diego, a su adorado Méjico, como a los partidarios de las causas sociales, donde siempre está la constante de que ser mejicano es ser solidario con los desmunidos, explotados y empobrecidos por el sistema capitalista, que cuestiona a través de sus discursos marxista, leninista, maoístas, estalinista y que permuta con el troskismo y juega con el surrealismo y tendencias modernas de su época. Este lenguaje es polisémico, abierto y va desde las figuras que como símbolos o signos funcionan en su obra pictórica. El mono como erotismo, lascivia, frente al cervatillo cono ternura, y timidez, la serpiente que se transforma en collar o que se transforma en rama, que aprisiona su cuello, o el desierto como horizonte donde inscribe la soledad de su ser, o las flores y plantas tropicales que funciona en el fondo de sus cuadros en lugar de cortinas que enmarcan sus rostros. La flor que se abre y la que penetra en una simbiosis erótica.
Si Frida construye un mundo, ese mundo funciona como una cosmovisión, cuya base es el Cuerpo
Nada hay gratuito allí en esos territorios su propio cuerpo como espacio y territorio de ese mundo donde el cuerpo es un campo de significación, como de fuerzas en lucha por ser. Frida re-contruye su cuerpo, hay una producción social de cuerpo, a partir del gesto estético que sublima y traspasa el dolor y convierte la tragedia en un Pathos propio de una Voluntad Superior, como lo pedía Nietzsche. Ese cuerpo de Frida es un cuerpo que marca una Conciencia, un Yo desgarrado en “el sí mismo”,- como corporalidad- y en su voluntad. Es un cuerpo donde la sociedad deja la marca. Es un cuerpo marcado, fragmentado ( la espina dorsal quebrada, la pierna con polio, la pierna amputada, el corazón herido por el dolor o el amor, el vientre y el sexo abierto por la cesárea) Finalmente, hay un concepto de Belleza en Frida, que curiosamente artistas avezados, “duros” no entendieron y cayeron como moscas en la red que ella misma tejió. Y es que para Frida la gran subversora, así como la vida no se separa del arte, el arte no puede excluir en su concepto, lo Feo. Lo feo hace parte del arte y de su vida. Y ese feo o fea no lo tapa, no lo oculta. Al contrario lo resalta y lo dota de una gran significación Juega con el, como juega con sus bigotes, sus cejas, sus heridas: en lugar del afeite y las cejas las vuelve un pajarillo, el bigote lo resalta, y pero aun se corta el pelo y lo deja que ese pelo caído y ella vestida de travesti elabora un cuadro de una fuerza brutal. Y como si fuera poco se hace un autorretrato donde el título es un desafío para aquellos que ella sabía la iban a criticar: Autorretrato “very ugle” y finalmente el rostro, ese paisaje donde los ojos nos miran fijos, imperturbables, ascéticos, en su dolor o alegría del momento y nos desafían a comprenderla, para ver nuestro propio espejo.
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