"No me gustan los viajes y los expedicionarios". Esta frase de Lévi-Strauss, escrita como inicio de su gran obra: "Tristes Trópicos", no dejaba de ser paradójica, no solamente por venir del antropólogo mas famoso del siglo pasado y de este, sino por ser escrita en un libro de viajes. Después de varios años de haber dejado los trabajos de campo en antropología, me veo de nuevo "sumergido" en uno de ellos y aquella frase de Lévi-Strauss, tiene un sabor diferente de aquel momento, cuando tensionado y lleno de expectativas, comenzaba mi primer viaje oficial a la Sierra Nevada de Santa Marta, justamente bajo la dirección de aquel gran maestro.
Hoy me veo recorriendo el Tolima Grande a la traza del Mohan y su entorno natural el río Magdalena y sus afluentes, en compañia de Nicolás, mi hijo cineasta, a quien acompaño en la realización de su documental, y jóvenes amigos como Toto y Nancy.
Vuelven las preguntas respecto al trabajo de campo, tan caro y necesario a la Antropología, como el concepto de análisis para el futuro psicoanalista. Sin ellas esta dos ciencias o mejor los científicos respectivos no pueden avanzar. En este sentido es grave que algunas facultades estén dejando de lado esta exigencia de la antropología en los futuros antropólogos. Si la antropología y el psicoanálisis han logrado esa madurez, al decir de Popper y Foucault, buena parte se debe a la metodologia implementada en ellas.
¿Quién es el Otro?
El concepto fundamental que plantea el trabajo de campo, es el del Otro. Si bien este concepto se ha vuelto una moda y ha atravezado todas las ciencia humanas, hasta la filosofía y la epistemología, sin embargo no deja de sufrir los asaltos de la morales y religiones, para distorsionar su sentido.
Lo que diferencia el trabajo de campo del antropólogo, del viaje del turista por un lado o del aventurero por el otro, es su "compromiso" con la realidad y por ende del concepto de campo o espacio al que se viaja.
Si el viaje del turista o aventurero no implica compromiso, ni exigencia alguna con respecto al sitio o espacio por donde circula, el del antropólogo implica entender al Otro no como Objeto de Estudio, sino como Sujeto vital en un medio natural del cual hace parte y sin el que no se puede entender, por medio del análisis, que nos permita desentrañar los mecanismos, fuerzas y vectores que conforman al Sujeto en tanto que Otro.
Así pues el Otro es la diferencia que separa, que establece contrastes y analogías con el Ego, o el Yo y aún con el "self". Es decir el Sí-mismo entendido en su subjetividad y corporalidad. La investigación es pues una relación dialógica entre dos Sujetos que se interrelacionan con valores propios que diferencia tanto a Uno como al Otro.
Para que haya conocimiento profundo de ese Otro se requiere que podamos dejar como en suspenso "eso" que en mí actúa y me puede poner negativamente frente al otro.Se requiere relativizar mis valores para no entrar en choque con los "diferentes", destruyendo cualquier relación de "superioridad" propia de nuestra cultura judeo-cristiana-occidental, donde creemos que somos los "civilizados" los "cultos" frente al "salvaje o inculto". Categorías que funcionan conciente e inconcientemente y me pone negativamente frente al Otro.
Lo que también significa, al revés, que nunca podremos ser iguales al Otro, ni podemos sustituirlo o reemplazarlo. Es el error de los jóvenes antropólogos de pretender ser el Otro por el hecho de vestirse o comer o tener hábitos copiados al Sujeto, para mimetizarce con él.
El acercamiento al Otro, finalmente conlleva el auto-conocimiento de sí mismo en la medida que ese Otro nos cuestiona, nos hace interrogarnos acerca de nuestras formas de vivir, pensar y aún existir. Alli se entrelazan el antropólogo y el psicoanálisis.
¿Cómo ubicar la objetividad?
No se trata de ser "objetivos" como lo planteaba la sociología y etnologías clásicas (Durkheim, Compte), sino que se trata del encuentro entre Sujetos diferentes, con las dificultades y retos que eso implica.
En la idea clásica de la Ciencias Sociales, el científico al considerar al Otro como "objeto de estudio",estaba reduciéndolo a una cosa medible, cuantificable y siempre visto desde un ángulo superior, marcado por relaciones de poder y dominación o manipulación. En este sentido lo que se busca es que el dicho saber legitime el poder de dominación. De alli nace en el psicoanálisis lacaniano el "supuesto saber del psicoanalista". El que "sabe" es el que controla y domina.
Pero cuando el antropólogo, en el trabajo de campo, tiene que ver al Otro como Sujeto, empieza el proceso de acercamiento y de cuestionamiento del Ego que trabaja no solo sobre la subjetividad, sino también sobre el mismo cuerpo, como Self. Al tener que comer, dormir, resolver las necesidades básicas con y como el Otro, él se vuelve nuestro guía, nuestro maestro que nos conduce a través de los problemas que implica el proceso de sobrevivir para finalmente convivir en el medio del Otro.
Llegado a este punto el científico se encuentra ante dos alternativas:
A- Busca comprender al Otro enriquecíendose a sí mismo o
B- No le importa ese Otro, en la medida que nos pueda cuestionar y nuestro Ser se vuelve impermeable a una comunicación que si queremos enriquecernos con ella tenemos que cambiar. Cosa que implica " Vencernos a nosotros mismos".
Hoy me veo recorriendo el Tolima Grande a la traza del Mohan y su entorno natural el río Magdalena y sus afluentes, en compañia de Nicolás, mi hijo cineasta, a quien acompaño en la realización de su documental, y jóvenes amigos como Toto y Nancy.
Vuelven las preguntas respecto al trabajo de campo, tan caro y necesario a la Antropología, como el concepto de análisis para el futuro psicoanalista. Sin ellas esta dos ciencias o mejor los científicos respectivos no pueden avanzar. En este sentido es grave que algunas facultades estén dejando de lado esta exigencia de la antropología en los futuros antropólogos. Si la antropología y el psicoanálisis han logrado esa madurez, al decir de Popper y Foucault, buena parte se debe a la metodologia implementada en ellas.
¿Quién es el Otro?
El concepto fundamental que plantea el trabajo de campo, es el del Otro. Si bien este concepto se ha vuelto una moda y ha atravezado todas las ciencia humanas, hasta la filosofía y la epistemología, sin embargo no deja de sufrir los asaltos de la morales y religiones, para distorsionar su sentido.
Lo que diferencia el trabajo de campo del antropólogo, del viaje del turista por un lado o del aventurero por el otro, es su "compromiso" con la realidad y por ende del concepto de campo o espacio al que se viaja.
Si el viaje del turista o aventurero no implica compromiso, ni exigencia alguna con respecto al sitio o espacio por donde circula, el del antropólogo implica entender al Otro no como Objeto de Estudio, sino como Sujeto vital en un medio natural del cual hace parte y sin el que no se puede entender, por medio del análisis, que nos permita desentrañar los mecanismos, fuerzas y vectores que conforman al Sujeto en tanto que Otro.
Así pues el Otro es la diferencia que separa, que establece contrastes y analogías con el Ego, o el Yo y aún con el "self". Es decir el Sí-mismo entendido en su subjetividad y corporalidad. La investigación es pues una relación dialógica entre dos Sujetos que se interrelacionan con valores propios que diferencia tanto a Uno como al Otro.
Para que haya conocimiento profundo de ese Otro se requiere que podamos dejar como en suspenso "eso" que en mí actúa y me puede poner negativamente frente al otro.Se requiere relativizar mis valores para no entrar en choque con los "diferentes", destruyendo cualquier relación de "superioridad" propia de nuestra cultura judeo-cristiana-occidental, donde creemos que somos los "civilizados" los "cultos" frente al "salvaje o inculto". Categorías que funcionan conciente e inconcientemente y me pone negativamente frente al Otro.
Lo que también significa, al revés, que nunca podremos ser iguales al Otro, ni podemos sustituirlo o reemplazarlo. Es el error de los jóvenes antropólogos de pretender ser el Otro por el hecho de vestirse o comer o tener hábitos copiados al Sujeto, para mimetizarce con él.
El acercamiento al Otro, finalmente conlleva el auto-conocimiento de sí mismo en la medida que ese Otro nos cuestiona, nos hace interrogarnos acerca de nuestras formas de vivir, pensar y aún existir. Alli se entrelazan el antropólogo y el psicoanálisis.
¿Cómo ubicar la objetividad?
No se trata de ser "objetivos" como lo planteaba la sociología y etnologías clásicas (Durkheim, Compte), sino que se trata del encuentro entre Sujetos diferentes, con las dificultades y retos que eso implica.
En la idea clásica de la Ciencias Sociales, el científico al considerar al Otro como "objeto de estudio",estaba reduciéndolo a una cosa medible, cuantificable y siempre visto desde un ángulo superior, marcado por relaciones de poder y dominación o manipulación. En este sentido lo que se busca es que el dicho saber legitime el poder de dominación. De alli nace en el psicoanálisis lacaniano el "supuesto saber del psicoanalista". El que "sabe" es el que controla y domina.
Pero cuando el antropólogo, en el trabajo de campo, tiene que ver al Otro como Sujeto, empieza el proceso de acercamiento y de cuestionamiento del Ego que trabaja no solo sobre la subjetividad, sino también sobre el mismo cuerpo, como Self. Al tener que comer, dormir, resolver las necesidades básicas con y como el Otro, él se vuelve nuestro guía, nuestro maestro que nos conduce a través de los problemas que implica el proceso de sobrevivir para finalmente convivir en el medio del Otro.
Llegado a este punto el científico se encuentra ante dos alternativas:
A- Busca comprender al Otro enriquecíendose a sí mismo o
B- No le importa ese Otro, en la medida que nos pueda cuestionar y nuestro Ser se vuelve impermeable a una comunicación que si queremos enriquecernos con ella tenemos que cambiar. Cosa que implica " Vencernos a nosotros mismos".
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