LA VIDA DE LOS OTROS.
Esta película alemana, se desarrolla en varios niveles y tiene el gran mérito de que, pudiendo ser catalogada cinematográficamente como un thriller, sin embargo no juega con el espectador y le permite al mismo establecer sus propias conclusiones. Buscado o no por el director, sus personajes actúan en forma ambivalente, dentro de un sistema que los aprisiona y va ahogando poco a poco, hasta su desenlace final, digno del género épico.Si lo hemos considerado como un género épico es justamente porque tiene un carácter histórico, que si bien sus personajes son figurados, sin embargo la Stasi y las situaciones son copias de la realidad.
Al desarrollarse a la manera de un thriller los personajes se desenvuelven en un juego de tensiones en los que se va desenvolviendo el drama y tienen al espectador en ascuas sobre los posibles desenlaces que presentan las diferentes situaciones. Una pareja de intelectuales, ella actriz famosa y él escritor, es el eje alrededor del cual giran los otros grupos y personas. Las interrelaciones de las subjetividades están bajo las reacciones de temor, angustia, y desespero que produce el saber que están siendo controlados secretamente por una de las policías más temidas en ese entonces de Europa, la Stasi. Tan temida que los mismos niños lo saben y uno de ellos en su inocencia lo desenmascara, al desarmar psicológicamente al principal agente secreto encargado de la operación de control de la pareja de intelectuales. Este sistema policivo es por su eficacia una máquina que va devorando a todos y cada uno, como en una ruleta rusa. Pero la parte más interesante a nuestro juicio es aquella en que los espectadores quedan por momentos confusos acerca de los comportamientos de cada uno. De alguna manera, estos comportamientos no caen en estereotipos morales donde el director ubica por un lado los buenos y por el otro los malos. No hay una tipología moral de los personajes y ese es el punto mas valioso, ya que casi todos entran en momentos de dudas y ambigüedades y sus comportamientos no obedecen a una causa predeterminada, que genere automáticamente consecuencias determinadas, sino que cada uno revela facetas diferentes de su personalidad, en la medida en que el drama se acrecienta y toma la forma de una tragedia épica.
Entre los Intelectuales- Eros -y los detectives- Thanatos - todo el gran drama se desenvuelve.
Este comportamiento tiene además en esa actitud deseante del Otro, que lleva a desea en el otro, lo que no tenemos en nosotros. El deseo frustrado, neurotizado lleva a una conciencia del vacío del deseo y por ende de la existencia, por lo cual se busca de alguna manera apropiarse de eso que el otro tiene y que hace falta en el que lo desea. Ese es el mecanismo inconciente que opera en el agente Muhe, que nos permite analizar su actitud, una vez que penetra en el mundo de los otros. A este propósito hay dos escenas muy bien logradas: Cuando escucha lo que los otros escuchan, la emoción de la pieza musical interpretada en el piano le hace salir una lágrima y cuando el niño le pregunta si es de la Stasi que “mata la gente”. Siente en esa frase del niño, lo que él es. El hombre que estaba seguro de la eficacia de su oficio: vigilar técnicamente para castigar ejemplarmente. Ese agente seguro de si mismo, de pronto se desploma y su mundo con él. Peor aún cuando se siente atrapado en esa maquinaria y es un conciente de su abismo existencial: como policía no puede salir de allí.
Al lado de un pueblo productor, la intelligentsia, es fundamental para el desarrollo de una democracia real. Los intelectuales productivos son pieza fundamental en una sociedad democrática. De alguna manera ellos son testigos de su tiempo y el alma de un país. Por eso las dictaduras, aún vestidas de civil o de tecnocracia, los consideran sus enemigos. A Musollini no le importaba si Gramsci estaba o no preso, le temía era a que Grasmci pensara. A diferencia de los intelectuales adscritos a los sistemas, que solo producen ideas para justificar la represión y el status quo, Fujiyama, Kiissinger, con que se pretende frenar el desarrollo y progreso.
El desenlace final de la película nos permite explicar por qué la ubico en el género épico. Todo se centra en el personaje femenino. La actriz famosa Christa-Maria Sieland (Martina Gedenk), oscila en su personalidad, bella y frágil como Remedios la Bella o como Ursula, entre el amor a su compañero y la fama. Entre la delación y la traición. Además de ese no saber quién es ella: ¿actriz, amante, patriota, informante? De igual manera que el policía, por otras circunstancias, la personalidad de la mujer se derrumba y solo queda la lógica que le impone el sistema: la auto-inmolación, literal y simbólica. A la manera de las grandes tragedias épicas, la escena final rubrica con creces una imagen estética muy bien lograda. La diosa caída vestida de blanco, en brazos de su amante y compañero herido por el dolor, frente al rostro por momentos compungido del capitán y a la supuesta frialdad e indiferencia del jefe de policía que da el caso por concluido. Quedan las imágenes de un drama humano épico, en el escenario de una calle gris y húmeda con unos pocos pasantes asombrados. En medios de ese mundo de ídolos caídos, se eleva aquella imagen blanca frente aun fondo gris, con los brazos en cruz y caídos. Solo le falto volar como Remedios.
Para conluir, una pregunta. Si bien la cuestión política está allí, en segundo plano, eso no impide preguntarnos: ¿En qué momento el ideal socialista y el sueño de libertad que contiene, se convierten en pesadilla? La verdad es que sin democracia real, no hay libertad real. La lucha por la democracia integral desde las subjetividades y desde abajo hasta las cimas del Estado es la lucha que llevará posiblemente a un nuevo socialismo.
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