Thursday, April 02, 2009

CINE: MIKE ROURKE- EL LUCHADOR.(clik)














MIKE ROURKE- EL LUCHADOR.


!. El asunto es muy simple, en verdad, y no tengo duda que podremos manejarlo suficientemente bien nosotros solos; pero he pensado que a Dupin le gustaría conocer los detalles del hecho, porque es un caso excesivamente singular.

—Simple y singular —dijo Dupin.

—Y bien, sí; y no exactamente una, sino ambas cosas a la vez. Sucede que hemos ido desconcertados porque el asunto es tan simple, y, sin embargo nos confunde a todos.

—Quizás es precisamente la simplicidad lo que le desconcierta a usted —dijo mi amigo.

Edgar Alan POE: “La letra robada”



La fuerza que tiene la película “El Luchador” está en su sencillez, su trama lineal, sin sobresaltos respecto a lo que sucede y se puede prever, los ambientes cargados de erotismo, sensualidad y soledad dentro de la gran parafernalia de la lucha libre. Todo ello en un espectáculo que lo hace apto para muchos públicos, excluyendo los niños. Eso, que también es su fuerza, se vuelve a ojos de algunos su debilidad y desde allí se puede leer para no encontrar nada bueno en ella. Sin embargo, lo he dicho varias veces en este Blog, para mí el arte es, como decía Van Gogh, encontrar las cosas bellas y disfrutarlas. Por esa aparente sencillez me gustó esta película. Es aparentemente lineal porque la historia no requiere del espectador grandes elucubraciones para entender lo que está pasando. Allí hay un gran director ( Darren Aronfsky) quies sabiendo plantear una trama compleja y profunda en cierto modo, no se desvía de la naturaleza del cine y saber narrar, convirtiendo lo complejo en sencillo- Al contrario de por ejemplo la última película de De Niro y Al Paccino, (“Asesinato Justo”) donde el berenjenal de la trama, solo se desata al final, en un ir y venir que a veces pierde al espectador y por momentos lo aburre, de no ser porque esos dos actores saben mantener la atención del espectador.-













El Luchador por su trama simple, es como “La carta robada” de Edgar Allan Poe - analizada magistralmente por Lacan - que se pierde y nadie encuentra, porque está oculta a los ojos de todos, visible y presente. El Luchador tiene una gran fuerza porque en su aparente sencillez esconde una serie de códigos, que estando allí presentes, tienen la característica de lo obvio, de lo previsible. Siendo una película que estaría dada para entretener, porque se trata de la lucha libre o mejor de un luchador, la verdad es que se trata de seres humanos, que estando en un mundo del espectáculo y de la cultura de los “winner”, como es por antonomasia la cultura gringa, aquí no se trata de ganadores sino de” loser”, de perdedores. O mejor de perdidos “lost”. El héroe, (The Ram interpretado por Mickey Rourke) es un antiguo luchador que había triunfado antes, pero que ahora se encuentra, como lo muestra magistralmente la primera toma, abatido y solitario. La heroína, (Cassidy interpretada por Marisa Tomei) una stripper, es una mujer que sobrevive rebotando la libido de sus clientes, quienes le pagan por sus contorsiones y a una edad que otras madres están viendo TV con sus nietos, lucha para ganarse la vida, en el anonimato e igualmente en forma solitaria. Perdida también es la hija (Stephanie interpretada por Eva Rachel Wood) que frustrada en el afecto por su padre, quien la abandonó siendo famoso, guarda un enorme rencor contra él. Es pues una película que nos habla, no de héroes y vencedores, nos habla de “antihéroes,” de seres de carne y hueso que sufren y luchan en su vida cotidiana precisamente en un mundo donde las estrellas del espectáculo brillan y llevan “une vie en rose”.

Estamos lejos de aquellas películas que crearon un hito en Hollywood como fue la saga de Rambo-Stallone. Con su personaje que surge de abajo, como un “semental” , que igualmente sufre todos los golpes de la vida y los va acumulando en un rencor que transmite, por medio de la manipulación cinematográfica a todos los espectadores, despertando los instintos más bajos como es el odio, la venganza y el revanchismo, para que al final el héroe Stallone-Rambo, dé rienda suelta a su resentimiento y termine destrozando a su contendor con el aplauso de los espectadores, tanto en el film como en el cine, pegados a sus sillas, identificados con el ganador, Stallone-Rambo.

Desde Spielbergh conocemos esas técnicas cinematográficas que no dan espacios para que el espectador reflexione o reconstruya lo que está viendo, sino que se le va dando todo al espectador en forma atropellada, aún sin respiro, para tensionarlo, por medio del miedo, o el despertar de fantasmas inconscientes en las masas y llevarlas a apoyar y aplaudir los actos, brutales y violentos de sus héroes. Es el fascismo cotidiano o fascismo ordinario que estudiara Reich, Marcuse, Foucault y que la industria de la cultura capitalista nos vende por montones.

Y claro cuando se trata de un antihéroe el final no puede ser feliz, sino que deja elementos de reflexión y hasta lecciones para la vida.

Las salas del espectáculo en los que se desarrollan estos dramas, Ram- Cassydy, no son pues los grandes estadios neoyorkinos, ni las grandes salas del striptease de Nueva York, sino espacios de tercera, sin grandes luces de neón y sin grandes cantidades de público. Son como esos salones que pintó Van Gogh que anuncian la tragedia. Especialmente porque aquellos espacios reducidos, de tercera categoría atrapan como una red, sin poder salir de ella a quiénes entran allí, porque no les queda más opción en la sociedad, ya que son perdedores-perdidos en la gran urbe.














En esos espacios se juega una dialéctica de los cuerpos. Son los cuerpos que le dan una gran significación porque es el mercado de los cuerpos. Cuerpos fragmentados en miembros: los senos, los culos, los bíceps, las piernas fuertes o redondeadas, los cuerpos en ofrenda al mejor postor. Cuerpos bañados en sudor, sangre, o en aceites, coloretes en la mejillas, malos perfumes en las axilas, para alumbrar el deseo o para la “descarga” (la transferencia) de las pasiones lúdicas, agresivas, finalmente eróticas. Son cuerpos en movimientos que transmiten intensas pasiones en la oscuridad de la noche donde las almas pagan en un deseo de apropiarse del otro a través del cuerpo y que marcan las huellas del sado-masoquismo donde el vínculo no se realiza nunca. No hay posesión del otro, ni descarga plena de la libido y los mecanismos de la sublimación conllevan a la frustración y a repetir el acto en forma narcisista.






El gran sentido humanista de la película es la de esos personajes, que conscientes de su situación luchan desesperadamente por encontrase, por buscar el amor y la ternura, que la vida ruda nos les permite desarrollar y que no logran alcanzar en sus actos fallidos. Pero en esa lucha cotidiana y en esos pequeños gestos de búsqueda, de ensayo por superar las situaciones, nos encontramos de alguna manera reflejados por ese gran sentido de humanidad que los personajes transmiten y donde encontramos, el resurgimiento de Rourke-Ram es una de las grandes noticias del film: El regreso de un gran actor, enorme y colosal que efectivamente merece más de una gran oportunidad, para su propio bien y el del buen cine. Por eso no dudo que esta película entrara en las filas de lo que ahora se llama cine arte, o sea el conjunto de películas que uno no duda en repetir, gracias por supuesto a un gran director como es: Darren Aronoesky, a quien no podemos dejar de referenciar, ya que en la trama compleja supo mantener el equilibrio y darnos una película inteligente y sincera.

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